Ingredientes
Las tapas son una costumbre culinaria que tiene siglos de antigüedad. Su origen es desconocido, ya que todas las regiones se consideran a sí mismas cuna de estas delicias. Lo que sí es evidente es que su forma y sus ingredientes muestran la rica, diversa y a veces turbulenta historia del país. La península Ibérica fue invadida por los romanos en el 212 a.C., que trajeron el cultivo de la oliva y la uva. En el 711 d.C., los musulmanes del norte de África ocuparon la península Ibérica y la llamaron al-Andalus. Con ellos vinieron las almendras, los cítricos y las especias. Los viajes al ‘Nuevo Mundo’ hicieron que los conquistadores españoles trajesen nuevos alimentos, como tomates, pimientos, maíz y patatas, que se hicieron imprescindibles de la cocina española.
Su historia
No se sabe con certeza cómo surgieron las tapas desde el punto de vista histórico y cultural. Algunos historiadores sostienen que las tapas se originaron en Andalucía. Lo que sí es evidente es que se extendieron durante siglos por toda la península Ibérica. Una antigua teoría relaciona el origen de las tapas con el rey Alfonso X de Castilla. Según la leyenda, el monarca español, conocido como El Sabio, se estaba recuperando de una enfermedad y sus médicos le recomendaron ingerir pequeños bocaditos entre comidas para reforzar su debilitada constitución. También le sugirieron que tomara un poquito de vino.
Al rey le gustó mucho
El rey disfrutaba de comer poco y a menudo. Tras curarse, Alfonso ordenó que en las tabernas y bares de España no se pudiera servir alcohol sin algo de comida. El mandato del rey fue muy bien recibido y era lógico. La gente dejó de beber con el estómago vacío y de emborracharse tan fácilmente y tan rápido.
Felipe III y el nombre de tapa
Para evitar que los soldados y los marineros se emborracharan, otro rey español, Felipe III, mejoró la ley estableciendo que el vino se sirviera en una copa con una tapa encima, que llevara algo de comida que ya estuviera pagada con la bebida. De ahí viene el nombre de “tapa”.
Otras versiones
Una fábula cuenta la historia de un astuto tabernero de Castilla La Mancha que, en el siglo XVI, se dio cuenta rápidamente que un queso curado y con fuerte olor y el jamón muy salado podían enmascarar el sabor del vino malo. Pronto empezó a servir aperitivos fuertes con vino barato para disfrazar el sabor.
Una comida ligera
Otra versión sobre los orígenes de las tapas surgió en los campos y talleres de la Edad Media. A los jornaleros y agricultores que trabajaban bajo el fuerte sol del verano a mediodía, se les servía una comida ligera y se dejaban los platos pesados para la cena. El almuerzo iba acompañado de vino y el alcohol servía para aliviar el dolor de espalda y aumentar la motivación.
Alfonso XIII y Cádiz
La relación de las tapas con Andalucía se ve reforzada por otro miembro de la realeza. Se dice que el rey Alfonso XIII y su séquito pararon en una taberna local, en Cádiz, y pidió una copa de vino. La antigua ciudad portuaria a menudo es azotada por fuertes vientos. El día que el monarca llegó a la ciudad, la ventolera estaba levantando la arena e impulsándola al interior del bar. El tabernero, al darse cuenta de que iba a entrar arena en la copa del rey, puso una loncha de jamón tapando la parte superior del recipiente. De esta forma, la bebida no se estropeó y el rey pidió una segunda copa “con la tapa”.
Pinchos en el País Vasco
Los pinchos son una variedad de las tapas que se originaron en el País Vasco y se extendieron por otras regiones del norte. Se llaman así porque llevan un pincho o palillo que sujeta los alimentos que se colocan sobre una rebanada de pan. Los pinchos suelen ser más elaborados que las tapas y se pagan aparte de la bebida. Algunos de los pinchos más famosos son la gilda, el txangurro, el bacalao al pil-pil y el solomillo al roquefort.
Queso, una delicia
El queso es uno de los ingredientes más versátiles y deliciosos para preparar tapas. En España, se pueden degustar quesos de diferentes regiones, elaborados con leche de vaca, oveja o cabra.
Cada uno tiene su personalidad
Cada queso tiene su personalidad y sabor, que se puede combinar con otros productos como el jamón, el membrillo, las anchoas o las mermeladas. Algunos ejemplos de quesos españoles para tapas son el Manchego, el Roncal, el Idiazábal, el Mahón y el Majorero.
Tampoco puede faltar el jamón
El jamón es una de las tapas más populares y apreciadas de la gastronomía española. Se puede degustar solo, en lonchas finas, o acompañado de pan con tomate, queso, aceitunas o pimientos.
El ibérico, el más valorado
El jamón más valorado es el ibérico, procedente de cerdos criados en libertad y alimentados con bellotas. Su sabor es intenso, aromático y delicado, y su textura es tierna y jugosa. El jamón ibérico es un producto gourmet que se disfruta en cualquier ocasión.
Que no falte el pulpo o los calamares
El pulpo y los calamares son dos productos del mar que se consumen mucho en España, especialmente en forma de tapas. Hay muchas formas de prepararlos, pero algunas de las más populares son el pulpo a la gallega, los calamares a la romana y las brochetas de pulpo y verduras.
Y, por supuesto, croquetas de jamón
Las croquetas son un bocado irresistible que se encuentra en casi todos los bares españoles. Se elaboran con una cremosa bechamel que se mezcla con diferentes ingredientes, siendo el jamón el más clásico.
Y otras variedades de croquetas
Sin embargo, también hay otras opciones deliciosas, como las de champiñones, pescado, marisco o quesos con personalidad, como el Cabrales. Las croquetas se rebozan y se fríen hasta que quedan crujientes por fuera y suaves por dentro. Son ideales para compartir o para disfrutar en solitario.